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Diplomática-Color con Alma

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Hay sin duda en las obras de Jorge Rando mucho de ese recuerdo espiritual del arte, del deseo de emulación no de una realidad externa, sino de procesos genesíacos, de fuerzas creadoras. En el diálogo que sus cuadros nos proponen, laten preguntas grandes con las que hay que atreverse como ¿qué guarda el alma de un artista de impulsos que le sobrepasan, por ejemplo, y. ¿no piensa acaso la mano que sujeta el pincel tomando decisiones importantísimas, igual que si fuera el eslabón último de nuestra inteligencia, con todas sus capacidades?, y, ¿no sentimos en el proceso de la creación de una obra su autonomía, a la hora de la incorporacióri de un color, o de su sustitución al margen de lo previamente decidido o deseado, incluso?. Un cuadro logrado acaba trasluciendo siempre algo más y algo mejor, algo que nos supera pero que ha colabo¬rado con el pintor precisamente para que pueda ofrecerse así a la mirada.

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